Algunas cosas pasan, otras se quedan. A Eleonora le gustaba coleccionar momentos importantes en su vida, incluso le gustaba seguir el juego de las señales, asà que cada vez que se presentaba alguno buscaba un cofrecito con semillas de amapola que le heredó su abuela. Cuidadosamente sacaba una semilla y al calor de sus manitos pequeñas le susurraba aquel acontecimiento asombroso del dÃa, luego lo sembraba en su jardÃn, con el tiempo florecÃan y hermosa y extrañamente se prolongaba su existencia. Asà fue como Eleonora aprendió el bello arte de la conservación.