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Por. Carolina Latorre R

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  • Carolina Latorre

El Jardín de Eleonora



Algunas cosas pasan, otras se quedan. A Eleonora le gustaba coleccionar momentos importantes en su vida, incluso le gustaba seguir el juego de las señales, así que cada vez que se presentaba alguno buscaba un cofrecito con semillas de amapola que le heredó su abuela. Cuidadosamente sacaba una semilla y al calor de sus manitos pequeñas le susurraba aquel acontecimiento asombroso del día, luego lo sembraba en su jardín, con el tiempo florecían y hermosa y extrañamente se prolongaba su existencia. Así fue como Eleonora aprendió el bello arte de la conservación.


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